20.1.11

Camino de Perfección, cap. 1

 
Revisión del texto, notas y comentario: Tomás Álvarez, O.C.D.






Camino de Perfección.
2º Redacción (Códice de Valladolid)
Capítulo 1
                       

            [“Los testigos que nos han precedido en el Reino (cf Hb 12, 1), especialmente los que la Iglesia reconoce como "santos", participan en la tradición viva de la oración por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración hoy” (Catecismo de la Iglesia Católica n. 2683).
            “(Teresa de Jesús! (...). Vives con Cristo en la gloria y estás presente en la Iglesia, caminando con ella por los senderos de los hombres. En tus escritos plasmaste tu voz y tu alma. En tu familia religiosa perpetúas tu espíritu (...). Descubre a todos los cristianos el mundo interior del alma, tesoro escondido dentro de nosotros, castillo luminoso de Dios” (Juan Pablo II, Plegaria ante el sepulcro de la Santa en Alba de Tormes 1-11-1982)].
(sigue aquí --- en "Más información"... )



                                                          INTRODUCCIÓN

            JHS

            Este libro trata de avisos y consejos que da Teresa de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas de los monasterios que con el favor de nuestro Señor y de la gloriosa Virgen Madre de Dios, Señora nuestra, ha fundado de la Regla primera de nuestra Señora del Carmen. En especial le dirige a las hermanas del monasterio de San José de Ávila, que fue el primero, de donde ella era priora cuando le escribió (1)[1].

            En todo lo que en él dijere, me sujeto a lo que tiene la madre Santa Iglesia Romana, y si alguna cosa fuere contraria a esto, es por no lo entender. Y así, a los letrados que lo han de ver, pido, por amor de nuestro Señor, que muy particularmente lo miren y enmienden si alguna falta en esto hubiere, y otras muchas que tendrá en otras cosas. Si algo hubiere bueno, sea para gloria y honra de Dios y servicio de su sacratísima Madre, Patrona y Señora nuestra, cuyo hábito yo tengo, aunque harto indigna de él (2)[2].


                                                                PRÓLOGO

            JHS

            1. Sabiendo las hermanas de este monasterio de San José cómo tenía licencia del Padre Presentado Fray Domingo Bañes (1)[3], de la Orden del glorioso Santo Domingo, que al presente es mi confesor, para escribir algunas cosas de oración en que parece podré atinar por haber tratado con muchas personas espirituales y santas, me han tanto importunado les diga algo de ella, que me he determinado a las obedecer, viendo que el amor grande que me tienen puede hacer más acepto lo imperfecto y por mal estilo que yo les dijere, que algunos libros que están muy bien escritos de quien sabía lo que escribe (2)[4]. Y confío en sus oraciones que podrá ser por ellas el Señor se sirva acierte a decir algo de lo que al modo y manera de vivir que se lleva en esta casa conviene (3)[5]. Y si fuere mal acertado, el Padre Presentado que lo ha de ver primero, lo remediará o lo quemará, y yo no habré perdido nada en obedecer a estas siervas de Dios, y verán lo que tengo de mí cuando Su Majestad no me ayuda.

            2. Pienso poner algunos remedios para algunas tentaciones menudas que pone el demonio (4)[6], que ‑por serlo tanto‑ por ventura no hacen caso de ellas, y otras cosas, como el Señor me diere a entender y se me fueren acordando, que como no sé lo que he de decir, no puedo decirlo con concierto; y creo es lo mejor no le llevar, pues es cosa tan desconcertada hacer yo esto. El Señor ponga en todo lo que hiciere sus manos para que vaya conforme a su santa voluntad, pues son éstos mis deseos siempre, aunque las obras tan faltas como yo soy.

            3. Sé que no falta el amor y deseo en mí para ayudar en lo que yo pudiere para que las almas de mis hermanas vayan muy adelante en el servicio del Señor. Y este amor, junto con los años y experiencia que tengo de algunos monasterios, podrá ser aproveche para atinar en cosas menudas más que los letrados, que por tener otras ocupaciones más importantes y ser varones fuertes no hacen tanto caso de cosas que en sí no parecen nada, y a cosa tan flaca como somos las mujeres todo nos puede dañar; porque las sutilezas del demonio son muchas para las muy encerradas, que ven son menester armas nuevas para dañar. Yo, como ruin, heme sabido mal defender, y así querría escarmentasen mis hermanas en mí. No diré cosa que en mí, o por verla en otras, no la tenga por experiencia (5)[7].

            4. Pocos días ha me mandaron escribiese cierta relación de mi vida, adonde también traté algunas cosas de oración (6)[8]. Podrá ser no quiera mi confesor le veáis, y por esto pondré aquí alguna cosa de lo que allí va dicho y otras que también me parecerán necesarias. El Señor lo ponga por su mano, como le he suplicado, y lo ordene para su mayor gloria, amén.


                                                              CAPÍTULO 1

            De la causa que me movió a hacer con tanta estrechura este monasterio.

            1. Al principio que se comenzó este monasterio a fundar (por las causas que en el libro tengo escrito (1)[9] están dichas, con algunas grandezas del Señor, en que dio a entender se había mucho de servir en esta casa), no era mi intención hubiera tanta aspereza en lo exterior ni que fuese sin renta, antes quisiera hubiera posibilidad para que no faltara nada. En fin, como flaca y ruin; aunque algunos buenos intentos llevaba más que mi regalo.

            2. En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos y cuánto iba en crecimiento esta desventurada secta (2)[10]. Diome gran fatiga, y como si yo pudiera algo o fuera algo, lloraba con el Señor y le suplicaba remediase tanto mal. Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo; y que siendo tales cuales yo las pintaba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis faltas, y podría yo contentar en algo al Señor, y que todas ocupadas en oración por los que son defendedores de la Iglesia y predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado le traen (3)[11] a los que ha hecho tanto bien, que parece le querrían tornar ahora a la cruz estos traidores y que no tuviese adonde reclinar la cabeza.

            3. (Oh Redentor mío, que no puede mi corazón llegar aquí sin fatigarse mucho! )Qué es esto ahora de los cristianos? )Siempre han de ser los que más os deben los que os fatiguen? )A los que mejores obras hacéis, a los que escogéis para vuestros amigos, entre los que andáis y os comunicáis por los sacramentos? )No están hartos de los tormentos que por ellos habéis pasado?

            4. Por cierto, Señor mío, no hace nada quien ahora se aparta del mundo. Pues a Vos os tienen tan poca ley, )qué esperamos nosotros? )Por ventura merecemos nosotros mejor nos la tengan? )Por ventura hémosles hecho mejores obras para que nos guarden amistad? )Qué es esto? )Qué esperamos ya los que por la bondad del Señor estamos sin aquella roña pestilencial, que ya aquéllos son del demonio? Buen castigo han ganado por sus manos y bien han granjeado con sus deleites fuego eterno. (Allá se lo hayan!, aunque no me deja de quebrar el corazón ver tantas almas como se pierden. Mas del mal no tanto: querría no ver perder más cada día.

            5. (Oh hermanas mías en Cristo! ayudadme a suplicar esto al Señor, que para eso os juntó aquí; éste es vuestro llamamiento, éstos han de ser vuestros negocios, éstos han de ser vuestros deseos, aquí vuestras lágrimas, éstas vuestras peticiones; no, hermanas mías, por negocios del mundo; que yo me río y aun me congojo de las cosas que aquí nos vienen a encargar supliquemos a Dios, de pedir a Su Majestad rentas y dineros, y algunas personas que querría yo suplicasen a Dios los repisasen todos. Ellos buena intención tienen y, en fin, se hace por ver su devoción, aunque tengo para mí que en estas cosas nunca me oye. Estase ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, )y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia.

            6. Por cierto que, si no mirase a la flaqueza humana, que se consuela que las ayuden en todo (y) es bien si fuésemos algo), que holgaría se entendiese no son éstas las cosas que se han de suplicar a Dios con tanto cuidado.

                             COMENTARIOS AL CAMINO DE PERFECCIÓN

                                                  PRELIMINAR


            El Camino de Perfección fue compuesto por la Santa apenas concluido el Libro de la vida. Es un buen complemento de ésta.

            Al final de Vida (capítulo 36) había esbozado, a grandes trazos, el ideal del nuevo Carmelo fundado por ella en San José de Ávila. Ahora, en diálogo con las moradoras de la casa, expone ampliamente ese mismo ideal de oración y de servicio. Pero lo hace con gran apertura de angular. De suerte que el libro se ha convertido en lección pedagógica de toda vida cristiana.

            Fue con ocasión del cuarto centenario de santa Teresa (1582-1982) cuando surgieron los "grupos de lectura teresiana". Para ellos se editaron entonces algunas obras de la Santa, con esquemas y preámbulos que facilitaran la labor del animador de grupo, y a la vez orientaran la dinámica y el diálogo de los lectores reunidos para la escucha del texto teresiano.

            Desde ese grupo de lectores jóvenes, la idea de las "lecturas teresianas" hizo puerto en la revista "Teresa de Jesús" (Ávila), que brindó sus páginas al proyecto y acogió, una a una, la glosa preámbulo a los 42 capítulos del Camino.

            Así nació este libro. Con un doble matiz: páginas que transmitían y reflejaban en directo la experiencia de lectura previamente vivida en grupo; y adaptadas a las exigencias periodísticas de una revista abierta a varios millares de lectores que no habían asistido a la lectura previa, pero que se daban cita en los mismos textos teresianos.

            En aquellas páginas de la revista "Teresa de Jesús", una franja de notas marginales se hacía eco de ciertas incidencias de lo ocurrido en el grupo de lectores: aclaración de vocablos arcaizantes del léxico teresiano, significación de ciertos giros del típico estilo coloquial de la Santa, puntualización de alusiones más o menos veladas a su experiencia de oración, alusiones y empalmes con la historia o la cultura de su época, etc.

            Esas notas marginales las hemos omitido en el presente libro.

            Hemos omitido también los esquemas previos a la lectura de cada capítulo. Estaban destinados a facilitar la comprensión de cada unidad doctrinal del texto, previa su lectura.

            La publicación de las glosas por entregas a lo largo de varios años, y el intervalo de meses entre un capítulo y el siguiente, hizo obligada más de una vez la repetición de ciertos temas, para situar al lector ante el texto teresiano. Al reunirlas ahora en una secuencia continua, no hemos omitido esos duplicados. Hemos preferido mantener las glosas tal como vieron la luz en la revista.

            ¿Destinatarios de estas páginas? ‑Sencillamente, los asiduos a la lectura de Teresa de Jesús, los innumerables discípulos que la aceptan como maestra de vida cristiana y compañera de camino.

            Obviamente, entre esos "asiduos y discípulos" hemos apuntado especialmente a los y las jóvenes que en los Carmelos o en las aulas de las numerosas familias teresianas se inician en la lectura de la Santa. A ellos, así como a los formadores y a los animadores de grupos de lectura teresiana, quisiéramos ofrecerles un sencillo subsidio de acercamiento a las páginas de la gran Maestra. Pero previniéndolos, desde mi experiencia de viejo lector de la Santa, que estas glosas son mero preludio, puro pórtico de entrada al libro de Teresa. Lo importante es leerla a ella. Es decir, formar parte de aquel primerizo grupo de lectoras jóvenes del Carmelo de San José, para el que escribió la Santa y con quienes todavía hoy sigue conversando.

            Por fin, una palabra de acción de gracias. Este libro se debe a la insistencia con que el director de la revista "Teresa de Jesús" ‑mi amigo Paco Tejedor‑ fue reclamándolo capítulo tras capítulo, y no hubiera pasado de la revista a la presente publicación sin la colaboración de otro grupo selecto de "asiduos teresianos": Resti Palmero, Javier Cuevas, Margarita Banbridge. A ellos mi gratitud y la de la autora del Camino.

            Burgos, 16 de julio de 1995


                                           COMENTARIO AL CAPÍTULO 1

                                            Primera lección del Camino


            Comenzamos la lectura del Camino de Perfección. Somos un grupo de lectores jóvenes, sentados en torno al que firma este comentario. En total, doce, como el grupo aquel del Carmelo de San José, que apiñaba a las primeras lectoras del libro en torno a la Madre Teresa: doce jóvenes y "la mayor", ella.

            También nosotros la contamos en el grupo. Leer es escucharla. Está presente en el libro. La primera página le sirve para hacer su auto-presentación: se ve a sí misma "mujer y ruin e imposibilitada" de hacer todo lo que quisiera, pero dispuesta a "dar mil vidas"...

            Le sirve también para hacer una declaración de intenciones. El capítulo entero esponja ese flujo de deseos que se abren y despliegan como una flor de loto: intenciones ‑ determinación ‑ obras ‑ y consignas. Se emociona escribiendo. Poco a poco pasa de la confidencia al clamor: "(Qué es esto ahora de los cristianos!". Y a la llamada convocatoria: "Ayudadme, hermanas", ayudadme, lectores; que venga gente, para hacer y orar... Magisterio y liderazgo juntos.

            Esa postura adoptada por ella en lo que escribe, no deja lugar a opciones en quienes escuchamos. Sería desafinado y algo cursi leer estas páginas en clave literaria. Nosotros leemos en clave espiritual. La misma que ella adopta al escribir.

            El capítulo tiene alma. Tiene historia. Tiene tesis doctrinal. Sigámoslas, paso a paso.


Tienen alma estas páginas

            Alma de la letra es ese latido que palpita desde la primera hasta la última línea. Latido humano ‑de dolor por lo que está pasando en Europa‑; y religioso ‑porque Teresa siente a Dios ahí, en lo que está sucediendo lejos, y en lo que están viviendo de rebote ella y el grupo de lectoras‑.

            Alma y latido se hacen patentes en los dos párrafos centrales del capítulo: nn. 3 y 4. Releamos la primera línea: "(Oh Redentor mío, que no puede mi corazón llegar aquí sin fatigarse mucho! (Qué es esto ahora de los cristianos...!". No sólo pasa Teresa del diálogo con los lectores al diálogo interior con Dios. Sino que ha saltado a otro plano. Se ha puesto a escribir orando. Y vive sin rebozo ese momento absolutamente religioso. Lo deja clavado en el texto, no como una cuña en la madera, sino como una secreta fuente emisora de onda desde el centro de gravedad del capítulo.

            Toda la fuerza de lo escrito reside ahí: poder decirle a Dios lo que está diciendo a los lectores.

            Ese hecho religioso, vivido a la par en el interior de la Autora y en el fluir de la pluma, llena de vibración y carga religiosa al resto de la página. Como una onda que se expande sobre la narración que precede (n. 2) y las consignas que siguen (n. 5).


Tienen historia

            El capítulo primero del Camino es el documento natal de un grupo y un movimiento religioso en la iglesia. Teresa nos lo cuenta así:

            - Ya ella tenía entre manos su proyectillo de fundar una casa religiosa muy concertada, con renta y paz y silencio contemplativo...

            - Como un vendaval o como un zarpazo, cayeron sobre ese proyectillo las noticias llegadas de Francia y Europa, tierras adentro: guerras, muertes, incendios, profanaciones, "deshechas las iglesias, perdidos tantos sacerdotes, quitados los sacramentos" (repetido así en el cap. 35, 3).

            - Primero, Teresa se angustia ante la propia impotencia: "Como si yo pudiera algo...", pero "me vi mujer y ruin e imposibilitada"...

            - Luego reacciona, es decir, se "determina a hacer". Pero hacer es ser. Ser fiel a los consejos evangélicos; y determinar otro tanto para "las poquitas" que ya la siguen.

            También para ellas, hacer es ante todo ser: que sean tales, que su vida valga para la iglesia; hasta convertirse en dique de contención frente a los males de Europa, haciendo palanca por los que son "defendedores" de la Iglesia.

            Despojando esas páginas de adherencias epocales lejanas, ahí está el núcleo del relato, válido para hoy. Optar por el Evangelio. Enrolarse en los avatares de la Iglesia y de la historia. Determinarse a ser, para hacer grupo. Y para actuar.


Tienen tesis y consignas

            Tercero y último eslabón. Pongámoslos en orden: Teresa comienza narrando a los lectores la historia germinal del grupo (nn. 1‑2). Se pasa de ellos a Dios y lo revive ante Él (nn. 3‑4). De Él, vuelve a los lectores, pero como profeta que baja del monte de Yahvé. Con palabra estremecedora: "(Oh hermanas mías en Cristo, ayudadme...!".

            Ayudarla, )a qué? A eso mismo que ella acaba de contar y de vivir. Determinarse por el evangelio. Y enrolar a Dios en la tarea. Pero mojándose las manos en la brega y en las cosas de los hombres, aunque sean de fuego: "estase ardiendo el mundo", no nos desentendamos. No derivemos hacia lo secundario. Es tan cómodo agotar el tiempo y las energías en pretextos de ocasión o en cosas de pacotilla. "No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia".

            No es difícil cambiar el teclado de la escucha. Eso lo escribía ella para jóvenes claustrales, encerradas tras muros altos, sin periódicos noticieros, con fáciles tentaciones de repliegue sobre el oasis contemplativo. Se lo escribía para citarlas ante la vida y los hechos; tenerlas presentes a la historia de los hombres; hacerlas solidarias de lo que pasa a los hermanos lejanos, y convertir ese informe material de cosas y sucesos humanos en alimento para el fuego de la oración y en resorte para la vida. No vivir sin sentirse implicado y responsable.

            Todo ello, tan para nosotros doce como para aquellas lectoras pioneras del manuscrito del Camino.


    [1] Un censor anotó enseguida: “Yo he visto este libro, y lo que de él me parece está escrito al cabo de él y firmado de mi nombre”. Al fin del libro se halla, en un papel suelto, la “aprobación”, pero sin firma. A lo largo del autógrafo, el mismo censor tachó, enmendó y glosó profusamente el texto de la Santa. Los editores han creído tratarse del P. Báñez, pero equivocadamente.
    [2] Tomamos esta protesta del ms. de Toledo. Fue compuesta por la Santa al preparar el libro para la edición. Precede el encabezamiento: “Comienza el tratado llamado Camino de perfección”.
    [3] Un censor (quizá el mismo interesado) tachó “fray Domingo Bañes”. El mismo repitió la tacha sobre el propio nombre en el epílogo del libro (c. 42, n. 7). En cambio la Autora, al preparar el ms. de Toledo para la edición tuvo en cuenta el nuevo título del catedrático de Prima y tachó “Presentado”, para escribir entre líneas “Maestro”, añadiendo, luego del nombre, “catedrático de Salamanca”. ‑ Sobre Báñez, véase Vida c. 36, n. 15, nota 27.
    [4] Al margen anotó uno de los censores: “San Gregorio escribió sobre Job los Morales importunado de siervos de Dios confiando en sus oraciones, como él dice”.
    [5] En la 1 redacción había escrito así: “Me han tanto importunado lo haga por tenerme tanto amor que, aunque hay libros muchos que de esto tratan y quien sabe bien y ha sabido lo que escribe, parece la voluntad hace aceptas algunas cosas imperfectas y faltas más que otras muy perfectas; y, como digo, ha sido tanto el deseo que las he visto y la importunación, que me he determinado a hacerlo, pareciéndome por sus oraciones y humildad querrá el Señor acierte algo a decir que les aproveche, y me lo dará para que se lo dé”.
    [6] En la 1 redacción: “Pienso poner algunos remedios para tentaciones de religiosas...”.
    [7] En la 1 redacción había añadido: “o dada en oración a entender por el Señor”.
    [8] Alude al Libro de la Vida.
    [9] El Libro de la Vida, de que se ha hablado en el n. anterior: cf cc. 32‑36.
    [10] Al margen escribió el mismo censor (cf Pról. n. 1 nota 2): “El intento que le motivó a escribir vida tan estrecha”.
    [11] Completar: tan apretado le traen aquellos a los que... ‑ Sigue una alusión a Lc 9, 58.


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Santa Teresa de Jesús, 15 de Octubre

Santa Teresa de Jesús
Virgen y Doctora de la Iglesia, Madre nuestra.
Celebración: 15 de Octubre.


Nace en Avila el 28 de marzo de 1515. Entra en el Monasterio de la Encarnación de Avila, el 2 de noviembre de 1535. Funda en Avila el primer monasterio de carmelitas descalzas con el título de San José el 24 de agosto de 1562.

Inaugura el primer convento de frailes contemplativos en Duruelo el 28 de noviembre de 1568. Llegará a fundar 32 casas. Hija de la Iglesia, muere en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582.

La primera edición de sus obras fue el 1588 en Salamanca, preparadas por Fr. Luis de león. El 24 de abril de 1614 fue beatificada por el Papa Pablo V, y el 12 de marzo de 1622 era canonizada en San Pedro por el Papa Gregorio XV. El 10 de septiembre de 1965, Pablo VI la proclama Patrona de los Escritores Españoles.


Gracias a sus obras -entre las que destacan el Libro de la Vida, el Camino de Perfección, Las Moradas y las Fundaciones- ha ejercido en el pueblo de Dios un luminoso y fecundo magisterio, que Pablo VI iba a reconocer solemnemente, declarándola Doctora de la Iglesia Universal el 27 de septiembre de 1970.

Teresa es maestra de oración en el pueblo de Dios y fundadora del Carmelo Teresiano.

¿Qué significa la oración para Santa Teresa?
"Procuraba, lo más que podía, traer a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente. Y ésta era mi manera de oración. Si pensaba en algún paso, le representaba en lo interior; aunque lo más gastaba en leer buenos libros, que era toda mi recreación; porque no me dio Dios talento de discurrir con elentendimiento ni de aprovecharme con la imaginación; que la tengo tan torpe, que, aun para pensar y representar en mí (como lo procuraba traer) la humanidad del Señor, nunca acababa. Y, aunque por esta vía de no poder obrar con el entendimiento llegan más presto a la contemplación si perseveran, es muy trabajoso y penoso. Porque, si falta la ocupación de la voluntad y el haber en qué se ocupe en cosa presente el amor, queda el alma como sin arrimo ni ejercicio, y da gran pena la soledad y sequedad, y grandísimo combate los pensamientos" (Vida 4,7).

"En la oración pasaba gran trabajo, porque no andaba el espíritu señor sino esclavo; y así no me podía encerrar dentro de mí (que era todo el modo de proceder que llevaba en la oración), sin encerrar conmigo mil vanidades. Pasé así muchos años; que ahora me espanto qué sujeto bastó a sufrir que no dejase lo uno o lo otro. Bien sé que dejar la oración ya no era en mi mano, porque me tenía con las suyas el que me quería para hacerme mayores mercedes" (Vida 7, 17).

"Gran mal es un alma sola entre tantos peligros. Paréceme a mí que, si yo tuviera con quién tratar todo esto, que me ayudara a no tornar a caer, siquiera por vergüenza, ya que no la tenía de Dios. Por eso, aconsejaría yo a los que tienen oración, en especial al principio, procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo. Es cosa importantísima, aunque no sea sino ayudarse unos a otros con su oración. ¡Cuánto más, que hay muchas más ganancias! Yo no sé por qué (pues de conversa ciones y voluntades humanas, aunque no sean muy buenas, se procuran amigos con quien descansar y para más gozar de contar aquellos placeres vanos) no se ha de permitir que quien comenzare de veras a amar a Dios y a servirle, deje de tratar con algunas personas sus placeres y trabajos; que de todo tienen los que tienen oración" (Vida 7, 20).

Estando hoy suplicando a nuestro Señor hablase por mí..., se me ofreció lo que ahora diré... que es: considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal adonde hay muchos aposentos así como en el cielo hay muchas moradas... Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita?... no hay para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo... ¿No es pequeña lástima y confusión que por nuestra culpa no (nos) entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos? ¿No sería qran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra?.... (1 Moradas 1,1-2)